Hace ya más de seis meses desde que los primeros 40 decidieran acampar en la plaza de Sol en Madrid tras la inesperada multitud que invadió las calles españolas el 15 de mayo de 2011. Aquél clamor popular, en el que resonaban las voces de aquellos que lucharon por un mundo más justo en el pasado, se extendía por toda España y pronto atravesaría fronteras para propagarse por medio mundo.
Este movimiento, formado en su mayoría por jóvenes, andaba a tientas aprendiendo cómo organizar a la población en pos de sus derechos debido a la falta de educación de la ciudadanía con respecto a protestas sociales. Pronto aprendería que no era apolítico, puesto que su diversidad ideológica no infería en su contenido, sino apartidista. En él, confluían personas de toda clase y pensamiento, unidas por lo que no querían. Su principal premisa era la horizontalidad, el sistema asambleario, y al igual que en lo anterior, este pequeño aprendió a despertar la conciencia política de muchas personas educándolas en el concepto de su propia capacidad crítica, y del mismo modo reconciliando a la esperanza con aquellos que, concienciados, se habían resignado en la lucha.
Muchos fueron los detractores de esta explosión de rebeldía. Por una parte, el poder establecido desconfiaba y trataba de averiguar qué ocurría para, finalmente, sacar provecho de ello con fines electorales. Desde el momento en que comprendieron la naturaleza neutral de la protesta, asumieron la tarea de ahogar los gritos y erradicar esa plaga de insurrectos que amenazaban este despropósito llamado democracia y el sistema capitalista caduco que sustenta.
Un claro ejemplo de este oportunismo político se ve reflejado en estas intervenciones de González Pons, en las que antes del 15M llamaba a la rebelión y apoyaba las heroicas luchas de la primavera árabe, mientras que después del 15M no sólo criminalizaba a los acampados, sino que defendía la represión policial y el uso de la violencia durante protestas pacíficas.
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Entre los opositores, también se encuentra otro sector , que curiosamente son algunos partidos y colectivos sociales, creyentes de la posesión de la vanguardia revolucionaria, que ejercen su actividad desde hace 30 años. Ajenos a lo que estaba sucediendo en las plazas, infundían toda clase de bulos entorpenciendo la actividad de las asambleas y la imagen del movimiento de cara al exterior, olvidando que su verdadero enemigo es el de arriba y no nosotros, los de abajo.
Tal y como en una guerra, los que verdaderamente ostentan el poder, que no los gobernantes, establecieron su estrategia aprovechando las debilidades del 15M dilapidándolo y calumniándolo desde los medios hasta sus filas. Debido a esto, tras las elecciones municipales de mayo, el PP obtuvo el poder en gran parte de provincias del territorio español, sacando rédito del descontento de la ciudadanía, de la crisis económica y de la neutralidad del movimiento con respecto a una propuesta electoral. De esta forma, la derecha española, o el también llamado PSOE (el PP es la ultraderecha), acusó a este movimiento social de sus malos resultados y de la invasión de la "derecha", poniendo a sus electores "socialistas" en contra del mismo, torpedeando la moral de sus componentes una vez más.
En la línea de dicha estrategia, las asambleas comenzaron a agotar a sus participantes, siendo cada vez más inoperativas y disminuyendo el número de asistentes. Todo ello, sospechosamente facilitado por individuos que acrecentaban el tedio, el desacuerdo y los conflictos a la hora de sacar trabajo adelante y favoreciendo la burocratización de la organización. Aumentaron los problemas internos, en los que la neutralidad dió paso al enzarzamiento de unos sectores ideológicos contra otros, los cuáles habían salvado esas diferencias irreconciliables para compartir la esperanza.
Sin embargo, aunque de capa caída, los indignados seguían capeando el temporal y organizando movilizaciones a nivel global, como la del 15 de octubre, secundada por más de 800 ciudades en el mundo y que en Madrid y Barcelona rondaron la mareante cifra de 500.000 y 400.000 manifestantes.
El cansancio y la poca efectiva de las acciones seguía haciendo mella en nuestro espíritu hasta la llegada de las elecciones generales del 20 de noviembre, en las que por fin se rompía la dura tela de araña del bipartidismo favoreciendo a partidos minoritarios, pero que sin embargo dio la mayoría absoluta al PP nuevamente.
No es casualidad que estemos asistiendo a la imposición de tecnócratas en los gobiernos de Europa para satisfacer a los especuladores y a las políticas neoliberales propulsabas principalmente por Alemania y Francia, tal y como harán en breve al nombrar a nuestro ministro de economía, el cual no han desvelado aún junto con las medidas a adoptar por el gobierno popular. Estamos asistiendo a la conquista de Europa de los verdaderos dueños del mundo, Goldman Sachs.
Todos los dirigentes impuestos por el FMI para "solventar" la actual crisis económica son políticos malintencionados, banqueros de profesión al servicio de esta entidad bancaria responsable de los mayores desastres humanos en la actualidad . Aquí podéis observar el nivel de proliferación de esta en Europa:
Todos ellos confabulan en contra de los intereses de la población, y son el paso previo para la organización de un nuevo orden mundial opresor, que impondrá líderes de ultraderecha para someter al mundo entero.
Por lo que, es posible que la idea del 15M, como algunos argumentan, se fraguara en la mente de la despiadada élite financiera para lograr tal fin. ¿Quién sabe?. Lo que no esperaban era concienciar a tantas personas de sus intenciones y que junto con nuestros compañeros, mediante esfuerzo y voluntad estemos dispuestos a contraatacar para conquistar nuestro propio destino. Seguiremos en pie, seguiremos en la lucha.
No somos indignados, somos la resistencia.